Asado y Tango

EPIFANIO EN CAFE HOMERO, recitado de Ariel Corbat

Los invito a compartir este manojo de sentimientos puestos en “Epifanio en Café Homero”

Acompaño una semblanza de Café Homero y texto de la letra. Espero sus comentarios. Se agradece difundir. ¡VIVA EL TANGO!

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
http://plumaderecha.blogspot.com
Estado Libre Asociado de Vicente López

CAFÉ HOMERO

En cierto modo Café Homero es mío. Tan así como sentimos nuestras las cosas que amamos y se da fe de la propiedad en la escribanía del alma. Referencia obligada de mi vida, desde la primer noche en que pisé sus baldosas supe que allí jugaba de local. En su arquitectura simple, esas paredes que supieron ser un depósito de huevos enmarcan la amplitud exacta para la expresividad del Tango. Más sería mucho, menos sería poco. Las mesas abajo, el balcón arriba, la barra al fondo y el escenario al lado, cerca de todos, bien cerca, a esa distancia de arrimarse en que se mezclan los latidos.


Pienso Café Homero, donde la vivencia del Tango definió mis gustos por las voces de Rubén Juárez, Raúl Lavié, José Angel Trelles y Jorgito Córdoba, un piano que acaricia José Ogivieki, las siluetas de Ricardo y Nicole, la poderosa batería de Cacho Arce, el bandoneón de Néstor Marconi, la poesía de Horacio Ferrer, Eladia Blazquez y Juanca Tavera, la autenticidad del Paya Díaz con las Guitarras Argentinas, Pichi Sandri, los decires de Roberto Goyeneche, el fueye blanco del Negro… Sí, yo me hice ahí. Me puse esa camiseta y no me la quité jamás.

Una noche… No, no quiero ventilar las anécdotas de mis noches en Homero, no sabría dónde detenerme, pero sí mencionar a Rody Groppo, “Lucky” Luciano, el Tano, Horacio, Martín y esa rubia loca dejando abierta la ventana para que los duendes den vueltas por los cielos del barrio.

Queriendo sintetizar en uno a la maravillosa fauna tanguera que conocí en Homero surgió “Epifanio”. Hoy, cuando el destino de sus ladrillos aún está por verse, me doy cuenta que la magia del lugar va mucho más allá. Pasé lo que pasé, los epifanios que tuvimos la dicha de vivir el Tango en Café Homero, llevamos aquellas emociones en el pecho. Las puertas de ese Café Homero emocional no podrán cerrarse jamás, y acaso, acaso digo, justo así sean las puertas del cielo.

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